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Bosque Petrificado Jose Ormachea
El bosque petrificado más extenso del mundo está en la meseta de Chubut. Es un área natural protegida provincial ubicada en el departamento Sarmiento, a 28 km de la ciudad homónima. Este lugar fue descubierto en 1927, en 1973 fue declarado área natural protegida y en 2001 se le dio la categoría de monumento natural.
La desértica meseta del sur de Chubut alberga el bosque petrificado más grande del mundo, que ocupa unos 300 kilómetros cuadrados, aproximadamente a 150 kilómetros al oeste de Comodoro Rivadavia y a unos 30 de Colonia Sarmiento, con árboles que fueron verdes hace unos 60 millones de años.

Allí se encuentran, convertidos en piedra, desde grandes troncos, miles de ramas, hojas, frutos, astillas y hasta pequeñas semillas de especies que se elevaban hasta un centenar de metros cuando la región era un bosque tropical y pantanoso.

Desde Comodoro Rivadavia, la mayor ciudad de Chubut, se llega por la Ruta Provincial 20, en la que luego de más de una hora de recorrer el desierto, tras una curva cerrada surge a la vista el verde valle del río Senguer, regado por una red de canales originados en su cauce, y los dos grandes lagos que flanquean Colonia Sarmiento.

La ruta pasa lejos del lago Colhué Huapi pero bordea el Musters, y entre ambos está el acceso a la ciudad, en cuyo valle se cultivan hortalizas y frutas, y se cría ganado ovino y bovino.

Colonia Sarmiento aún constituye un oasis para quien haya atravesado durante horas el desértico Corredor Central de la Patagonia, con sus secos y fuertes vientos arenosos.

Unos 30 kilómetros al sur, por un camino que lentamente deja atrás el verde para internarse en el ocre y rojizo desierto pedregoso, se encuentra el también conocido como Bosque Petrificado José Ormaechea, en honor al investigador que lo descubrió, en 1927.

El bosque de fósiles se encuentra precedido en ese corto recorrido por las típicas mesetas escalonadas y sierras aisladas de la Patagonia, y un conjunto de leves lomas de estratos rojizos y ocres, con finas franjas blancas, que contrastan con el cielo azul en los días soleados.

Entonces aparece el valle que una vez fue fondo marino, donde al retirarse el océano se formaron lagos y pantanos en un clima subtropical que albergaban una fauna variada de grandes saurios -probada por los muchos hallazgos paleontológicos de la zona- y una selva con coníferas y palmeras.

Al surgir la cordillera de los Andes en la Era Paleozoica o Terciaria, hace unos 70 millones de años, los vientos del Océano Pacífico perdieron su humedad al oeste de las montañas y azotaron áridos y furiosos la región, lo que sumado a las numerosas erupciones volcánicas posteriores a ese acomodamiento geológico, acabó con ese vergel.Desde Comodoro Rivadavia, la mayor ciudad de Chubut, se llega por la Ruta Provincial 20, en la que luego de más de una hora de recorrer el desierto, tras una curva cerrada surge a la vista el verde valle del río Senguer, regado por una red de canales originados en su cauce, y los dos grandes lagos que flanquean Colonia Sarmiento.

La ruta pasa lejos del lago Colhué Huapi pero bordea el Musters, y entre ambos está el acceso a la ciudad, en cuyo valle se cultivan hortalizas y frutas, y se cría ganado ovino y bovino.

Colonia Sarmiento aún constituye un oasis para quien haya atravesado durante horas el desértico Corredor Central de la Patagonia, con sus secos y fuertes vientos arenosos.

Unos 30 kilómetros al sur, por un camino que lentamente deja atrás el verde para internarse en el ocre y rojizo desierto pedregoso, se encuentra el también conocido como Bosque Petrificado José Ormaechea, en honor al investigador que lo descubrió, en 1927.

El bosque de fósiles se encuentra precedido en ese corto recorrido por las típicas mesetas escalonadas y sierras aisladas de la Patagonia, y un conjunto de leves lomas de estratos rojizos y ocres, con finas franjas blancas, que contrastan con el cielo azul en los días soleados.

Entonces aparece el valle que una vez fue fondo marino, donde al retirarse el océano se formaron lagos y pantanos en un clima subtropical que albergaban una fauna variada de grandes saurios -probada por los muchos hallazgos paleontológicos de la zona- y una selva con coníferas y palmeras.

Al surgir la cordillera de los Andes en la Era Paleozoica o Terciaria, hace unos 70 millones de años, los vientos del Océano Pacífico perdieron su humedad al oeste de las montañas y azotaron áridos y furiosos la región, lo que sumado a las numerosas erupciones volcánicas posteriores a ese acomodamiento geológico, acabó con ese vergel.

Unos 30 kilómetros al sur, por un camino que lentamente deja atrás el verde para internarse en el ocre y rojizo desierto pedregoso, se encuentra el también conocido como Bosque Petrificado José Ormaechea, en honor al investigador que lo descubrió, en 1927.

El bosque de fósiles se encuentra precedido en ese corto recorrido por las típicas mesetas escalonadas y sierras aisladas de la Patagonia, y un conjunto de leves lomas de estratos rojizos y ocres, con finas franjas blancas, que contrastan con el cielo azul en los días soleados.

Entonces aparece el valle que una vez fue fondo marino, donde al retirarse el océano se formaron lagos y pantanos en un clima subtropical que albergaban una fauna variada de grandes saurios -probada por los muchos hallazgos paleontológicos de la zona- y una selva con coníferas y palmeras.

Al surgir la cordillera de los Andes en la Era Paleozoica o Terciaria, hace unos 70 millones de años, los vientos del Océano Pacífico perdieron su humedad al oeste de las montañas y azotaron áridos y furiosos la región, lo que sumado a las numerosas erupciones volcánicas posteriores a ese acomodamiento geológico, acabó con ese vergel. Tiene una superficie de 1880 ha de aspecto desértico, donde se encuentran diseminados fósiles de troncos petrificados de especies arbóreas de la familia de las coníferas, cuya edad estimada es de 65 millones de años. En la reserva hay un centro de interpretación con restos paleontológicos y arqueológicos de la región.

El proceso por el cual la madera se convierte en roca demanda millones de años y es producido por la sílice aportada durante erupciones volcánicas; cubiertos los árboles por la ceniza volcánica se inicia un proceso de permineralización.

El circuito turístico tiene una extensión de unos dos kilómetros y, sin prisa, se puede completar en un par de horas. Este recorrido cuenta con media docena de miradores, algunos de los cuales permiten observar en toda su amplitud el espacio llamado Valle Lunar.

Es de suma importancia no salirse de los senderos señalizados.
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