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- 18/01/2024
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5 lugares para descubrir
Te compartimos algunas propuestas no tan conocidas de este hermoso territorio.
Cascada la Fragua, en la provincia de Neuquén.

Queda en las afueras del hermoso pueblo de Manzano Amargo. El pueblito queda a 22 km de Varvarco y junto al curso fluvial del Neuquén. Manzano Amargo es un enclave muy florido, con sus casas de adobe, el camping agreste en la costa y opciones de alojamiento básicas que apuntan a un público de pescadores. El entorno es sencillamente bello e inspira al trekking, a salir a remar, a andar a caballo. Y si bien no se ofrecen, por el momento, estos servicios, la movilidad por los propios pies tiene su recompensa: la cascada La Fragua. Hay que dejar el pueblo atrás y encarar un ascenso breve pero empinado por una huella que alguna vez se demarcó y muestra los "peldaños" desdibujados, tallados hace demasiado tiempo. Mucha vegetación alrededor y el rumor del agua a palmos del estrecho sendero. Alta 40 metros, la cascada se vuelca entre rocas basálticas, alimentada por el Pichi Neuquén, que llega desde el norte en un descenso urgente hasta alcanzar el cauce del Neuquén, río mayúsculo. Una plataforma permite estar muy cerca de La Fragua, a la vez que ofrece una panorámica del entorno. No hay más. Y es mucho.

Meseta de Somuncurá en Río Negro.

Inmensa y desconocida, esta área natural protegida alberga especies endémicas, lagunas temporarias y varias leyendas. Somuncurá significa "piedra que suena" en lengua mapuche, por el sonido que el viento arranca al basalto. Es como una isla elevada de la tierra y aislada de todo, con menos de mil habitantes o "meseteros", que viven cerca de lagunas temporarias y arcillosas -la Chanquín, la mayor de la zona, y la Gaucho Niyeu son las únicas permanentes- y se las ingenian para subsistir con escasos recursos. Una porción de 1.600.000 hectáreas del área rionegrina fue declarada Área Natural Protegida en 1993 por el interés científico de sus especies endémicas: la ranita de Valcheta, la mojarrita desnuda, y la ranita de somuncurá, identificada en 1960 por el zoólogo José Cei. su máxima elevación es el cerro Corona (1.900 metros) y es el epicentro de la cultura mística de los tehuelches. Para visitarla es imprescindible contar con una 4x4 y el apoyo de guía o baqueano, porque no hay caminos y el suelo es un amasijo de piedras y plantas pinchudas. se acampa en casas de pobladores. La mejor época es de octubre a abril. En invierno el frío es muy intenso.

La Estupa de Epuyén, Chubut.

Templo budista de Samantabhadra construido en 2011 en la Comarca Andina. La energía especial del valle de Epuyén, un pueblo de espíritu ecológico a 35 km de El Hoyo, motivó a la mexicana Alejandra Almada a construir una estupa en medio de bosques de cipreses, maitenes y coihues. Es la más grande de la Argentina y se diseñó de acuerdo con las tradiciones budistas, con proporciones exactas e instrucciones precisas acerca de su orientación, geometría sagrada y contenidos de valor simbólico. Convoca a amantes del budismo y de la vida espiritual, con una agenda de actividades que incluye meditaciones guiadas, retiros y charlas. En los folletos turísticos ya figura como atracción local. Muchos se acercan para circunvalarla en el sentido de las agujas del reloj, como reza la creencia, giran las ruedas de oraciones y recitan los mantras. Abre todo el año, a toda hora, y se llega luego de descender por un sendero que deja adivinar de a poco el contorno del templo y sus banderines de colores que se mueven con el viento.

Isla pingüino en Santa Cruz.

Nueva área protegida, en pleno mar abierto, a 18 km de Puerto Deseado. Toma el nombre del emblemático pingüino de penacho amarillo, que visita la isla de octubre a marzo. El lugar tiene algo de Los pájaros de Hitchcock, algo de National Geographic y un poco de Robinson Crusoe. En mucho de esa sensación colaboran los albatros que vuelan rasantes y el faro de 22 metros de altura que ha sido invadido por los pingüinos magallánicos que usan la casa de los fareros como nursery y refugio a voluntad. Del otro lado, donde la isla es más escarpada, se instalan de octubre a marzo los pingüinos de penacho amarillo o rockhopper -"saltarrocas"-, que se distinguen por su corta estatura (miden sólo 40 cm), por las plumas amarillas a los lados de la cabeza, los ojos rojos y el pico anaranjado intenso. La colonia de Puerto Deseado es más accesible del país. Los demás apostaderos están en islas lejanas como Malvinas, Georgias e Isla de los Estados, y hay algunos ejemplares en Tierra del Fuego. Isla Pingüino es, desde 2010, Parque Interjurisdiccional Marino. si bien la isla tiene apenas 50 hectáreas, el área protegida alcanza las 159.526. El mar es tan abierto que hasta ahora ha sido imposible la construcción de un muelle. El desembarco es "a pelo", y por ende, la visita no está recomendada para niños menores de 6 años y personas con dificultades de locomoción.

Bosque Petrificado Jaramillo, Santa Cruz.

A 230 km de Puerto San Julián, es el único en su tipo que es Parque Nacional. Nació por decreto en 1954, con diez mil hectáreas y la misión de cuidar la concentración de flora fósil más asombrosa de la Argentina. En 2012, al sumarle 63.543 hectáreas, ganó estatus de Parque Nacional. Tiene árboles petrificados de 30 metros de largo y dos metros de diámetro, que superaban el milenio cuando dejaron el reino vegetal y pasaron al mineral. Hace 150 millones de años, antes de la formación de la cordillera de los Andes, la zona albergó un extenso bosque. Entonces, los vientos del Pacífico generaban aquí copiosas lluvias, que posibilitaron una frondosa vegetación: la contracara del paisaje actual. A 135 km, Jaramillo es la localidad más cercana al Parque. En 1921, junto a las vías del tren, el 10° Regimiento de Caballería fusiló allí al gaucho José Font, más conocido como Facón Grande, héroe popularizado por La Patagonia rebelde, la película de Héctor Olivera basada en la investigación de Osvaldo Bayer.


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