La riqueza de recursos del lugar fue motivo para que, desde antaño, el sitio atrajera permanentemente a diversos grupos de pobladores. Tierra de abundantes y tiernos pastos; espesos bosques y cuantiosa caza, el valle se convirtió en el hogar de numerosas familias entre ellos los Tehuelches.
Por otro lado con la llegada de los europeos al continente, también llegaron las excursiones al sur argentino-chileno en busca de la mítica ciudad de los Césares. Uno de estos hombres aventureros que se adentro en éstas aventureras excursiones fue el Fray Francisco Menéndez, quien cruzaría varias veces la imponente Cordillera de los Andes acompañado de varios expedicionarios quienes, en el año 1786, llegarán al actual valle, que ocupa hoy la ciudad de Esquel.
En los últimos años del siglo XIX, las campañas militares, con fines de afianzar las fronteras nacionales arribaron a la zona. Ésta acción afectaría los hábitos y costumbres de las poblaciones que, hasta aquel momento, se encontraban establecidas en el lugar.
A los viejos pobladores nativos, se les sumaron inmigrantes especialmente de procedencia europea, donde se destaca la comunidad galesa quienes marcarán con sus costumbres a toda la región.
En los años siguientes Esquel, fue ganando protagonismo como ciudad administrativa y centro de servicios sobre todo, para aquellas poblaciones agro-ganaderas que crecieron en su entorno. La ciudad fue cuna de numerosos molinos y depósitos que albergaron la producción de ganado, lana y trigo que se producía en el valle. El movimiento económico que se produjo en el sitio, propulsó el rápido crecimiento poblacional de la ciudad.
Los primeros años del siglo XX, fueron momentos de construcción y demarcación del pueblo, en aquellos tiempos se erigieron las primeras casas, escuelas y capilla. Los adelantos tecnológicos marcarían definitivamente el crecimiento de la localidad, a tal punto que La primera comunicación telegráfica de la zona, el 25 de febrero de 1906, será la fecha adoptada como fundacional de la ciudad.
En la década del ’30, la creación del Parque Nacional los Alerces, le dio otro perfil a ésta pujante comarca, sus bellezas paisajísticas empezaron a ser reconocidas por el todo el país, y la afluencia de turistas sería cada vez mayor.
En 1945, “la Trochita”, un ferrocarril de trocha angosta que en aquellos tiempos comunicaba a Esquel con Jacobacci y desde ahí a Buenos Aires, se convirtió en el principal nexo con el resto del país. Hoy este tren, es un afamado paseo al que concurren miles de turistas para recorrer los zigzagueantes vías que penetran entre imponentes cerros.
Por aquellos años, otra de las actividades que comenzó a tener importancia fue el esquí, a las que concurrían, en primera instancia los pobladores del lugar, pero que posteriormente comenzó a tener mayores adeptos y finalmente terminaría definiendo el perfil turístico del pueblo. En 1974, la inauguración del centro de esquí “La Hoya”, fue un claro ejemplo de su despegue en las actividades invernales y un afianzamiento de la ciudad como centro turístico.
Su infinidad de colores que se entremezclan con la calidad de su gente, sólo puede ser pueden ser comparado a paisajes dotado de hermosura asombrosa. El crecimiento de la población nunca se detuvo, pero las costumbres y los valores siguen a flor de piel de sus habitantes, quienes apuestan al crecimiento del turismo, pero sin olvidar sus raíces y sin poner en riesgo su estilo de vida.